Hace cuatro años atrás, en plena pandemia, una nena de tan solo 11 años era abusada sexualmente por un familiar. La criatura, con domicilio en Ramallo, pudo contarles a sus padres lo que estaba ocurriendo con ese tío abusador y enseguida radicaron la denuncia en la Comisaría de la Mujer y la Familia de nuestro distrito.

En aquel entonces, la pandemia fue el mejor motivo para excusarse ante demoras de todo tipo en todo tipo de cosas. Los resortes de la justicia no supieron responder con la celeridad necesaria ante la gravedad del hecho. Pasaban los días y no había ni una sola medida judicial que resguarde a la víctima y mucho menos, un apoyo psicológico ante tan tremenda situación vivida.

El 27 de noviembre del 2023, hace poco más de un mes, la justicia habló. Encontró al acusado, Franco David Constantini, como “Autor penalmente responsable del delito de abuso sexual reiterado” y lo condenó “a la pena de 2 años de prisión de ejecución condicional”. Que se lo declare culpable seguramente es un aliciente para la víctima y su familia, pero la justicia, cuando llega tarde y con penas tan laxas, tiene sabor a poco. El abusador, un hombre de 30 años que en el 2020 prestaba servicios como empleado municipal en el sector de la salud dentro del hospital José M. Gomendio, además, deberá realizar un curso de “Nuevas Masculinidades”. Ojalá sirva para algo.